Quizás uno de los mayores méritos de este proceso político haya sido recuperar el valor de la militancia. Nuevamente nos sentimos convocados a ser protagonista en la construcción del futuro común.
Y nuevamente, como pasó siempre que fue protagonista, la militancia se pinta de juventud.
Nuestra presidenta suele decir que los jóvenes son la garantía de que el proyecto avance y se profundice.
La militancia y la juventud, como dos caras de una misma moneda, enfrentan el desafío de profundizar la transformación.
Ese hermoso desafío a construir lo que aún no se ha alcanzado, nos recuerda lo que enseñaba Mariategui, nuestra intervención no puede ser calco ni copia, sino creación heroica.
En este camino, la militancia revolucionaria debe unir la claridad de estratégica con una eficiente vocación de poder.
No son los grandes programas los que transforman las sociedades, sino aquellos que son capaces de interpelar a los pueblos y construir la fuerza política capaz de concretar los objetivos planteados.
El mejor proyecto es el proyecto que se realiza, decía el General, por eso debemos ser capaces de dar las batallas en el lugar en que ellas se libran.
En estas líneas proponemos algunas pistas para pensar las tareas de la militancia en este año en que Argentina discute no sólo quién gobierna, sino quién tiene el poder en la próxima década: las corporaciones o el pueblo argentino.
1. Transformar el modelo político
Se trata de pasar de un modelo liberal de la política, donde los protagonistas son pequeños grupos de políticos profesionales en los que los pueblos delegan su futuro, a una forma de entender la política que tiene que ver con la participación conciente y efectiva del pueblo en las toma de decisiones.
Cuanto más alejados están los pueblos de la política más afectivo se vuelve el sistema de dominación.
Este año vamos a participar de la campaña electoral más politizada desde la vuelta de la democracia. Es una gran oportunidad –recordemos el “luche y vuelve”- para interpelar a un pueblo que vuelve a asomarse a la política, que quiere comprometerse y ser protagonista en la construcción de su futuro.
Por eso, la tarea más importante de este año es convertir el apoyo al gobierno nacional en un involucramiento efectivo, atendiendo a diferentes niveles de compromiso.
Tenemos que ser capaces de incorporar nuevos militantes a nuestras organizaciones, pero también debemos saber construir espacios para la participación periódica o incluso eventual de la mayor cantidad de compañeros posible.
Otra dimensión de esta tarea es la revinculación de la política con la solidaridad.
Cuando un proyecto político convoca a su pueblo para cambiar la realidad estamos ante una experiencia revolucionaria. Las Jornadas Néstor Kirchner que convocaron a más de 25.000 jóvenes para mejorar 2000 escuelas, es una muestra de ésta capacidad transformadora.
2. Disputar los espacios de representación
Perón explicaba su fortaleza haciendo referencia a Napoleón. Los generales europeos que comandaban ejércitos de nobles profesionales se desconcertaban ante el avance de los ejércitos de masas del emperador francés. No entendían como podían ser derrotados por ejércitos aluvionales. La fuerza de los ejércitos napoleónicos, y del peronismo histórico, fue el de haber incorporado a los pueblos a la contienda.
Si somos capaces de construir espacios para la participación popular, podremos entonces disputar a pasos de vencedores los espacios de representación política
El 25 de mayo del 2003 Néstor Kirchner asumía con el 22% de los votos. Veníamos del “que se vayan todos” y el sistema político era duramente cuestionado por haber sido el garante de la entrega del país.
Néstor y Cristina tuvieron la capacidad de resolver esa crisis de representatividad. Pero debajo de nuestra presidenta aún persiste la crisis de representación que es alarmante en una buena parte de las provincias y municipios.
Profundizar el modelo en su aspecto político, tiene por consecuencia que la militancia ocupe cada vez más los espacios de poder para ponerlos en función de la organización popular.
La militancia tiene que construir espacios donde todos puedan organizarse en el ámbito en el que pertenece, religando la política con la vida cotidiana.
De la organización que exista en los barrios, en las universidades, en los lugares de trabajo, en los espacios de la cultura y la comunicación, va surgir la nueva dirigencia que venga a saldar la crisis representación política.
3. Aportar a la construcción de un Estado capaz de asumir las demandas populares
Los peronistas sabemos que los sueños también tienen raíces, por eso vale recordar lo que enseñaba el maestro Scalabrini Ortiz: “El Estado brota de abajo, de la muchedumbre, y es casi una redención, una creación del pueblo solidario”
Más que una definición, se trata de un programa para la militancia, una invitación, un desafío.
Tenemos que ser capaces de construir un Estado a imagen y semejanza de nuestros sueños. Un Estado que no sea una estructura burocrática para mantener el status quo, sino “una creación del pueblo solidario” nacido de las necesidades y sueños de la muchedumbre.
Esta definición, exquisitamente poética, puede ser formulada también en términos más rigurosos.
Se trata de construir un Estado que sea capaz de asumir las demandas populares para darles una resolución política.
Eso hizo Cristina cuando estatizó las AFJP o cuando creó la asignación universal por hijo, transformó al Estado y donde había una necesidad consagró un derecho.
Debemos ser capaces de visualizar y potenciar el proceso que va de las demandas populares a la construcción de políticas públicas y de éstas políticas al fortalecimiento de la organización popular.
Por lo tanto nuestras organizaciones deben estar presente en los lugares donde están las injusticias y ocupar los resortes de decisión en el Estado para ponerlos al servicio de la construcción de organización y poder popular.
Si la militancia vuelve a abrir los canales de participación política a esas mayorías que apoya al proyecto nacional, construiremos las condiciones para la profundización.
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